La Fiebre del Nilo: Alarma en Andalucía

En la última semana, se han registrado nueve nuevos casos de fiebre del Nilo Occidental en Andalucía, elevando el total a 17 casos confirmados desde el 1 de enero hasta el 2 de agosto de 2024. La provincia de Sevilla ha sido la más afectada, con casos distribuidos en Dos Hermanas, Coria del Río, Lebrija, Los Palacios y Villafranca, Tomares y La Puebla del Río. Esta situación ha generado alarma, ya que las cifras casi igualan el total del año pasado, que fue de 19 casos. Además, se lamentan dos fallecimientos en la región. El aumento significativo de casos en comparación con el mismo período del año anterior, en el que solo se habían detectado cuatro casos, subraya la importancia de abordar y comprender mejor esta enfermedad.

¿Qué es la Fiebre del Nilo?

La Fiebre del Nilo Occidental, conocida comúnmente como Fiebre del Nilo, es una enfermedad viral zoonótica que ha emergido como un importante problema de salud pública en diversas regiones del mundo. El virus del Nilo Occidental (WNV, por sus siglas en inglés) pertenece al género Flavivirus de la familia Flaviviridae. Este artículo ofrece un análisis detallado sobre la transmisión, diagnóstico, tratamiento y prevención de esta enfermedad.

Transmisión y ciclo de vida del virus

El WNV se transmite principalmente a través de la picadura de mosquitos infectados del género Culex.

El ciclo de vida del virus involucra principalmente a las aves como reservorios naturales, mientras que los mosquitos actúan como vectores. Los humanos y otros mamíferos son considerados huéspedes «accidentales» y, generalmente, no contribuyen a la transmisión del virus

Recuerda:

Reservorios: principalmente las aves
Vectores: Mosquitos del género Culex
Huéspedes accidentales: Humanos y otros mamíferos.

Epidemiología

Desde su identificación en 1937 en Uganda, el WNV se ha propagado a diferentes continentes. En América del Norte, el primer brote significativo ocurrió en 1999 en la ciudad de Nueva York. Desde entonces, se han reportado numerosos casos en los Estados Unidos, Canadá, Europa y otras regiones.

Manifestaciones Clínicas

La mayoría de los pacientes (80%) infectados con el virus del Nilo Occidental no presentan síntomas. Aproximadamente el 20% desarrolla fiebre acompañada de cefalea, dolores corporales, dolor en las articulaciones, vómitos, diarrea o exantema. Menos del 1% de los infectados desarrolla enfermedades graves del sistema nervioso central, como encefalitis, meningitis o parálisis flácida. Los síntomas de estas afecciones graves incluyen fiebre alta, rigidez cervical, desorientación, coma, temblores, convulsiones, debilidad muscular y parálisis. La enfermedad grave puede afectar a personas de cualquier edad, pero aquellos mayores de 60 años o con enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión tienen un mayor riesgo. Alrededor del 10% de los casos graves del sistema nervioso central resultan en la muerte.

La parálisis flácida aguda, similar a la causada por la poliomielitis, puede ocurrir sin fiebre previa y presentar paresia o parálisis de las extremidades, pudiendo progresar a una parálisis respiratoria que requiere ventilación mecánica. La mayoría de las personas con fiebre típica y mialgia se recuperan completamente, aunque la fatiga y la debilidad pueden durar semanas o meses. Aquellos que se recuperan de una encefalitis o parálisis flácida aguda a menudo sufren déficits neurológicos residuales.

Diagnóstico

El diagnóstico del WNV se basa en la historia clínica, la exposición a mosquitos y las pruebas de laboratorio

Las pruebas más comunes incluyen:

  1. Pruebas serológicas:
    • ELISA (Enzyme-Linked Inmunosorbente Assay): Detecta anticuerpos IgM específicos contra WNV en suero o líquido cefalorraquídeo (LCR). Estos anticuerpos suelen ser detectables 3 a 8 días después del inicio de la enfermedad y persiten durante 30 a90 días.
    • Prueba de Neutralización por Reducción de Placas (PRNT): Confirma la presencia de anticuerpos neutralizantes específicos del virus.
  2. Reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR): Detecta el ARN viral en sangre, LCR u otros fluidos corporales durante la fase aguda de la infección

Tratamiento

No existe un tratamiento antiviral específico para la Fiebre del Nilo. El manejo es principalmente sintomático y de soporte. Las intervenciones incluyen:

  1. Cuidados de soporte: Incluye hidratación intravenosa, manejo del dolor y antipiréticos.
  2. Hospitalización: En casos de enfermedad neuroinvasiva, los pacientes pueden requerir hospitalización para monitorización estrecha y manejo de las complicaciones.
  3. Intervenciones específicas:
    • Monitorización estrecha en pacientes con encefalitis para detectar precozmente hipertensión intracraneal y convulsiones.
    • Protección de la vía aérea, especialmente en pacientes con encefalitis o parálisis flácida aguda.
    • Ventilación mecánica en pacientes con insuficiencia respiratoria aguada, que pueden requerir un soporte ventilatorio prolongado.

Prevención

La prevención de la Fiebre del Nilo se centra en la reducción de la exposición a mosquitos y en el control de la población de mosquitos. Las estrategias incluyen:

  1. Uso de repelentes: Aplicar repelentes de insectos que contengan DEET, picaridina o aceite de eucalipto de limón
  2. Ropa protectora: Usar ropa de manga larga y pantalones largos, especialmente durante las horas de mayor actividad de los mosquitos (al amanecer y al atardecer)
  3. Control de mosquitos: Eliminar fuentes de agua estancada donde los mosquitos pueden reproducirse. Utilizar mosquiteras y mallas en puertas y ventanas.
  4. Vacunación: Actualmente no existe una vacuna aprobada para su uso en humanos, aunque se están llevando a cabo investigaciones para desarrollar una.

Conclusión

La Fiebre del Nilo es una enfermedad zoonótica compleja con un impacto significativo en la salud pública. A través de la comprensión de su transmisión, diagnóstico y manejo, y la implementación de medidas preventivas efectivas, es posible reducir su incidencia y mitigar sus efectos en la población

La investigación continua y la vigilancia epidemiológica son esenciales para enfrentar los desafías que nos presenta este virus emergente

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